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¿PARA QUÉ SIRVE UN NOTARIO?
Todos, incluso los notarios, nos hemos preguntado alguna vez para qué sirve un notario.
Es un oficio antiguo que, con esfuerzo, ha sabido adaptarse a las necesidades de cada época aunque es evidente que, en los últimos veinte años el mundo ha cambiado más que en los doscientos anteriores y no es necesario entrar en detalles. Basta decir que hoy en día una notaría es una oficina de telecomunicaciones al servicio de los clientes. Los tiempos adelantan que es una barbaridad y en pocos años el único papel que habrá en nuestros despachos serán las escrituras matrices y las pólizas, perfectamente encuadernadas en tomos que recuerdan a siglos pasados, mientras idénticos ejemplares virtuales se guardan en nubes seguras, a prueba de hackers.
¿Qué permanece? La sensación de que el notario, la función notarial, proporciona seguridad, seguridad jurídica, y eso, en un mundo convulso, es un valor a tener en cuenta.
Otras instituciones, entidades o personas también proporcionan seguridad. Digamos, pues, que el notario “sirve” para algo pero la cuestión esencial es saber si ese servicio se presta en el momento adecuado y si el coste del servicio compite o no con ventaja frente a otras opciones.
Iremos desarrollando estas ideas en nuevas comunicaciones. Con permiso del autor, me basaré en una obra maestra de la literatura jurídica de finales del siglo XX, un enorme libro de apenas 140 páginas donde la archiconocida máxima de Gracián alcanza una cumbre y cumple con otra, menos conocida, que yo sugiero: la cualidad esencial de una obra de arte es la intensidad. Me refiero a EL SISTEMA NOTARIAL. Una aproximación económica, de Cándido Paz Ares , que entre otras muchas cosas, fue nuestro Director General entre 1988 y 1990, tiempo que se me antoja extraordinariamente corto y más en los tiempos que corren.