Préstamos

Aunque hay excepciones, la compraventa de viviendas lleva aparejada la concesión por parte de una entidad de crédito de un préstamo. Son cantidades importantes de dinero con largos plazos depara su devolución y que además de la garantía personal del deudor cuentan con una garantía añadida: la hipotecaria.
La hipoteca, palabra famosísima y mal utilizada en general, es un derecho de garantía que el prestamista, generalmente un banco, establece a su favor por si el deudor no puede pagar el préstamo.
El préstamo tiene tres conceptos fundamentales: principal o cantidad de dinero que se presta, duración establecida para su devolución e interés. El interés que cobra el prestamista puede ser fijo o variable y, en este caso, se establecen las condiciones para su revisión. Hoy en día, a todo el mundo le suena el euribor como referencia para la revisión del interés de muchos préstamos.
En resumen podemos decir que lo que sube (o baja) no es la hipoteca sino el préstamo porque la hipoteca siempre estará ahí, pendiente, por si algo no va bien.
Y si algo no va bien, y el prestatario no puede pagar sus cuotas el prestamista, finalmente, tendrá que acudir a esa garantía y subastar la vivienda hipotecada para cobrar su deuda, en todo o en parte.
Otro día hablaremos de la famosa dación en pago.

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