RICARDO BOFILL. TEATRO NACIONAL DE CATALUÑA

Hemos comenzado 2022 con algunas pérdidas dignas de mención: Peter Bogdanovich, Sidney Poitier y Ricardo Bofill.

Ricardo Bofill, hijo de Emilio Bofill y de la veneciana María Leví, filiación esta que debe ser mencionada, fue un creador enorme y variado (a diferencia de otros que parecen saber hacer una sola cosa), una de cuyas obras es objeto de este texto.

Antes, me permito un paréntesis que creo necesario. En 1963 Thames and Hudson editó The Classical Languaje of Architecture, basado en las seis charlas que John Summerson escribió para la BBC y fueron emitidas en los meses de mayo y junio de ese mismo año. El libro fue editado en España por Gustavo Gili en 1974. El apellido Summerson, dicho sea de paso, está cargado de buenas resonancias literarias, por la Esther de Casa desolada, obra cumbre de Dickens.

El Summerson es un clásico y nos hace recordar aquellos maravillosos años en que las radios públicas eran un servicio público. Por otro lado, John Summerson tenía ese don necesario para la divulgación y su recorrido por la arquitectura basada en los cánones griegos y romanos es una delicia de precisión y amenidad. Nunca los órdenes, que repetíamos mecánicamente en el colegio, tuvieron mejor profesor.

John Summerson murió en 1992 y no pudo ver el Teatro Nacional de Cataluña del taller de arquitectura de Ricardo Bofill, obra de 1997, pero estoy seguro de que esta maravilla entraría en su libro como uno de los mejores ejemplos de la celebración de lo clásico en el siglo XX.

No quiero cansar al lector pero cito textualmente la descripción que en la web de RBTA se hace el teatro:

El diseño del Teatro Nacional de Cataluña recupera la tradición arquitectónica del teatro griego. El edificio combina dos arquetipos clásicos, el templo y el hemiciclo. La necesidad de una sala taller, sala de ensayo, un espacio para el teatro de vanguardia y otras facilidades, sugirió la construcción de dos edificios separados.

El edificio principal alberga la gran sala de tratamiento clásico, con capacidad para 1000 personas, y una sala de dimensiones más reducidas, de 400 butacas, para teatro de vanguardia y experimental. La fachada principal de este edificio, totalmente acristalada, cuenta con una escalinata de acceso que puede utilizarse como gradas improvisadas para actuaciones al aire libre en la nueva Plaza de les Arts.

El edificio se compone de tres espacios: un amplio vestíbulo, la gran sala para el público y el escenario con sus instalaciones. Los tres espacios forman un solo volumen cubierto por un único techo metálico a dos aguas, con una luz de 50 m, apoyado sobre dos columnas de hormigón arquitectónico. Las paredes acristaladas ofrecen vistas al exterior desde el interior del vestíbulo colmado de plantas, que alberga los restaurantes.

El teatro experimental se encuentra en la planta baja. El área que acoge a los espectadores forma un volumen unitario en el gran vestíbulo, como un edificio dentro de otro. Tiene una pendiente pronunciada para mejorar la visibilidad, con la entrada en la parte superior.

Recomiendo también las fotografías del edificio de la propia web del taller.

Las grandes ciudades, como Barcelona, tienen el privilegio de acoger a lo largo del tiempo numerosas obras inmortales. Este Teatro Nacional de Cataluña lo es y está ya, como su autor, en la Historia del Arte.

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