2022 Y LOS ANIVERSARIOS

Este 2022 es un año de celebraciones o, según se mire, de conmemoraciones históricas y literarias. Algunos celebramos los cien años de la aparición de Ulises, monumento imperecedero de James Joyce al que nunca es tarde para acercarse. La traducción de Francisco García Tortosa, editada por Cátedra, asumiendo que cualquier traducción de Ulises implicará perder algo respecto al original, merece la pena.

Habrá quien, en lugar de celebrar tal aparición, dirá que se cumplen cien años de tal desgracia. Lo mismo se podría decir del nacimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuya deriva totalitaria, como todo totalitarismo, se puede considerar uno de los grandes males del siglo XX.

Conmemoramos también los cien años de la muerte de Marcel Proust, acaecida en el proceso de edición de otro monumento imperecedero: A la búsqueda del tiempo perdido. Creo que en 1922 aparecieron El mundo de Guermantes Y Sodoma y Gomorra, Con lo cual estaban pendientes de publicarse póstumamente La fugitiva, La prisionera y El tiempo recobrado. De no haber muerto, esta obra descomunal y fascinante quién sabe cuántos añadidos habría podido tener pues, al parecer, Proust siempre tenía algo más que decir cuando el editor le mandaba las pruebas. Aquí también hay que ponderar los esfuerzos de traducción que, hasta hace poco, estaba en manos del tándem Pedro Salinas / Consuelo Berges que publicó Alianza Editorial. Si en el caso de Ulises, Tortosa mejora a Subirats y a Valverde, en el caso de Proust, Mauro Armiño y Carlos Manzano hacen lo propio con la primera.

Conocí a un sujeto que se encerró con los siete tomos de Alianza y sólo salió a la calle, concretamente para ir a la librería Herriak de Bilbao, a quejarse de que en el cuarto tomo había una página en blanco. Hubo bromas al respecto y un exquisito que casualmente se encontraba allí, visitando a José Luis Merino, indicó al concienzudo y frustrado lector que, si no era en el original, no merecía la pena leer a Proust. Hace falta mala baba.

No creo que, para disfrutar, y mucho, con Joyce y Proust, tenga uno que leer los originales. De ahí mi enorme gratitud para los traductores, al margen de su mayor o menor acierto.

Por cierto, a este desastroso autor del blog menos leído del mundo, se le pasó 2021 sin celebrar los cien años del nacimiento de otros dos gigantes de la literatura universal: Dostoievski y Flaubert. Hemos tenido suerte con los traductores de los novelistas rusos: López Morillas, Laín Entralgo, Augusto Vidal superaron al pionero Cansinos Aséns. En cuanto a Flaubert, merece la pena citar a dos grandes traductoras: Carmen Martín Gaite y Aurora Bernárdez. Volveremos pronto con Carmen Martín Gaite.

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