LAS EXPRESIONES, LAS PALABRAS, LOS SONIDOS

Hace poco me topé, por casualidad, con un monólogo del humorista Joaquín Reyes, hombre irregular pero con ingenio, que ante la expresión “nadie debería morir” argumentaba que alguien sí debería morir y ponía ejemplos:

Los que dicen cosas del tipo “hasta luego noruego”, me las piro Vampiro” y otras similares que están en la mente de todos.

Los que dicen eso de “esto es feo, no: lo siguiente”

Y, aunque exagerado en su pretensión de mandar a otro barrio a tales ciudadanos, no deja de tener alguna razón y por eso, siguiendo su reflexión, se me ocurren algunas cuestiones para añadir “condenados” a la lista.

Mingote, otro humorista, gran dibujante, definiría hoy en día como “cursis” a los que se pasan el día diciendo “reinventarse”, “esto está en mi ADN”, “no me da la vida” y similares.

Y ya puestos, habrá que decir que hay palabras que, aunque necesarias y políticamente correctas, son, como diría mi amigo Francis Elizalde, horrísonas. Empoderar y mandatar se llevan la palma y es una lástima que los creadores de lenguaje no hayan encontrado nada que suene mejor para los conceptos pretendidos que son, dicho sea de paso, muy loables. Potenciar es una palabra bastante clara y mandato es un sustantivo que viene de mandar. El verbo mandatar, usado mayoritariamente por sindicatos y organizaciones políticas, no figura todavía en el diccionario de la RAE pero, como suele ocurrir, acabará entrando en alguna de sus actualizaciones.

Cambiando de tercio, y metidos en harinas filológicas, quería referirme a dos letras españolas: la eñe y la elle que tienen alguna peculiaridad. La eñe, que yo sepa, no existe en ninguna otra lengua pero el sonido que representa sí. De la misma manera existe en otras lenguas el sonido que representa la elle.

Ejemplos. Para el sonido eñe, tenemos en francés y en italiano el grupo gn, en portugués el grupo nh y en catalán el grupo ny. Para el sonido elle, tenemos en italiano el grupo gl y en portugués el grupo lh.

Dicho esto, se ruega pronunciar correctamente las palabras que llevan estos grupos y de la misma manera que pronunciamos Cataluña (Catalunya), pronunciaremos Coello (Coelho) o Bergollio (Bergoglio) y morriña (morrinha) o ñoqui (gnocchi).

Al parecer, se está perdiendo la pronunciación de la elle en castellano y se tiende a pronunciar como y griega. Que yo recuerde, pronunciar, lo que se dice pronunciar bien, lo hacía Don Enrique Tierno Galván que pronunciaba hasta la uve distinguiéndola de la be. Don Enrique tenía, además, un excelente latín que le permitía hablar en esta lengua con el nuncio de Su Santidad en Madrid. Don Enrique tenía, además, un extraordinario alemán que le permitió traducir, entre otras cosas, el Tractatus lógico-filosoficus de Wittgenstein, que no es moco de pavo.

Don Enrique tenía, en fin, cantidad de cualidades intelectuales y morales. Lo  echamos mucho de menos en estos tiempos de políticos mediocres cuyo objetivo fundamental en la vida es medrar y mantenerse en el poder pase lo que pase.

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