CON LOS OJOS AMPLIAMENTE CERRADOS. Primera parte

Este texto lo tenía pendiente desde comienzos de 2020. Quiero decir que no hay aniversario ni nada que justifique recordar a Stanley Kubrick, personaje que, por otra parte, es inolvidable.

Stanley Kubrick (1928-1999) conoció a Christiane Harlan, actriz alemana, preparando el rodaje de Senderos de Gloria, primera obra maestra de su asombrosa carrera. Harlan contó que, en su primera entrevista, Kubrick no dejó de sonreírle. Fue contratada y es la muchacha alemana que canta en la memorable escena final de la película. Se casaron en 1958 y, según Christiane, Stanley no dejó de sonreírle hasta el día de su muerte.

Es sabido que Kubrick murió pocos días antes del estreno de Eyes wide shut, película protagonizada por la pareja Kidman-Cruise y en la que Sidney Pollack intervino en el papel del millonario Ziegler.

Eyes wide shut se inspira en Traumnovelle, novela corta de Arthur Schnitzler, traducida en la edición española como Relato soñado, y cuenta las peripecias de un joven y guapo doctor neoyorquino, Bill Harford, casado con una hermosa mujer, Alice, padre de una encantadora niña, con una consulta muy rentable y habitante de un soberbio piso: lo que llamaríamos una cobaya satisfecha.

La película comienza con los Harford preparándose para acudir a una fiesta navideña celebrada por uno de sus pacientes, Victor Ziegler, multimillonario. Alice, vestida ya de largo y haciendo pis, pregunta a su marido cómo la ve y él, sin mirar, contesta que muy bien, cosa que ella le reprocha. Él insiste en que ella siempre está perfecta.

Tras ser recibidos por el matrimonio Ziegler y bailar juntos, Alice dice que tiene que ir al baño y ambos se separan temporalmente. Dos jóvenes se pegan al doctor y él se deja llevar, momentáneamente. Cuando Bill pregunta ¿a dónde vamos exactamente? ellas proponen ir “más allá del arcoíris». En ese momento, alguien se acerca para decir al doctor que el señor Ziegler quiere verlo.

Por su parte, un insistente galán maduro, húngaro, intenta seducir a una Alice bajo los efectos del champán, y le propone sexo con la disculpa de ver bronces del renacimiento en una galería superior. Ella se deshace del moscón enseñando su alianza. Bill ha sido requerido por el anfitrión para que le ayude con una situación delicada: una mujer desnuda en su baño ha sufrido una sobredosis. Cuando Bill logra reanimarla, Ziegler le pide discreción.

Al volver a casa, Bill y Alice demuestran una buena vida sexual.

La noche siguiente, mientras Alice y Bill hablan sobre sus encuentros en la fiesta, ella le pregunta si tuvo relaciones sexuales con las dos guapas modelos con las que coqueteó durante el tiempo que se ausentó. Bill, forzado a mantener la confidencialidad acerca de la indiscreción de Ziegler, escuetamente explica que estuvo en el piso de arriba atendiendo a Ziegler. La coartada de Bill es poco convincente, pero sobre todo desafortunada, y da pie a una discusión. Alice, molesta por los comentarios de Bill, que interpreta como sexistas, acerca del deseo y la fidelidad femenina, le relata una fantasía sexual que tuvo un año atrás en la cual estuvo dispuesta a renunciar a todo por una noche de sexo con un oficial de marina que acababa de ver por primera vez. Bill mira a Alice perplejo, sacudido por la revelación inesperada. En mitad de estas traumáticas confesiones, Bill recibe una llamada telefónica que le informa que Lou Nathanson, un paciente suyo habitual, acaba de morir. Junto a su cabecera, Marion, la hija del difunto, declara que ama a Bill y desea renunciar a su vida para estar con él.

Bill se despide, sorprendido por la relevación, y camina ausente por las calles de Nueva York, recreando imaginariamente la fantaseada infidelidad de Alice. Un grupo de jóvenes toma a Bill por homosexual y le empujan e insultan. Bill se contiene y reanuda su paseo. Poco después conoce a una guapa prostituta llamada Domino y la acompaña a su apartamento. Cuando Bill está a punto de sucumbir, una llamada de Alice los interrumpe y Bill decide marcharse. Bill pasa por el Café Sonata, donde su amigo, el músico Nick Nightingale toca el piano. Nick le cuenta acerca de un lugar en el que toca el órgano con los ojos vendados. Cuando Nick le dice que volverá a tocar esa misma noche, Bill lo persuade para que revele la ubicación y las condiciones para asistir al encuentro: la contraseña «Fidelio», una máscara y una capa con una capucha. Para conseguir el atuendo requerido, Bill va a una tienda de alquiler de disfraces llamada Rainbow Fashions, que se convierte en escenario de otro incidente sexual; Bill y el propietario de la tienda se encuentran con un ilícito menage a trois en el cual la hija adolescente del propietario es el centro de atenciones. Bill toma un taxi y emprende un viaje nocturno que le llevará lejos de la ciudad hasta un misterioso lugar llamado Somerton. Con la contraseña Bill accede a una mansión en la que una orgía ritualizada está por empezar. Una enigmática mujer trata de advertirle que está en peligro pero Bill, desoyéndola, se niega a marcharse. Convencido de que la máscara le hará pasar inadvertido, Bill se pasea a través de varias salas observando actos lascivos entre hombres y mujeres sin distinción, aunque se abstiene de tomar parte en ellos. A un cierto punto Bill es detenido y llevado ante el maestro de ceremonias (el único vistiendo una toga color roja), quien le solicita la contraseña, Bill repite la contraseña «Fidelio» y el maestro le indica que resulta correcta para el ingreso pero no para la casa. Por ignorar esta segunda contraseña, Bill es desenmascarado y el maestro de ceremonias le demanda expiación. La misteriosa mujer interviene y se ofrece a redimirlo, y acepta cualquier castigo previsto para él. Bill es liberado pero se le advierte que, si no guarda silencio, él y su familia pagarán las consecuencias. Cuando regresa a su piso encuentra a Alice riendo en sueños y la despierta. Alice le cuenta que soñaba que tenía sexo con el oficial de marina de su fantasía y con muchos hombres más.

A la mañana siguiente Bill retrocede sobre los pasos de su aventura nocturna buscando respuestas. Va al hotel de su amigo el músico, pero allí descubre que Nick salió del hotel durante la madrugada en circunstancias inquietantes. Bill regresa a la tienda de disfraces para devolver el atuendo y se sorprende por la ausencia de la máscara. Antes de marcharse, el propietario de la tienda le ofrece los servicios sexuales de su joven hija además de no cobrarle. Bill regresa a Somerton pero le advierten que no siga haciendo indagaciones. Bill telefonea a Marion Nathanson pero cuelga cuando su prometido contesta al teléfono. Vuelve al apartamento de Domino, donde conoce a Sally, la compañera de piso de Domino. Tras un escarceo con la atractiva mujer, Sally le dice que Domino recibió de mañana los análisis de sangre que confirman que es VIH positivo. Bill se marcha y se percata de que está siendo seguido por un hombre de aspecto amenazador a través de las desiertas calles de Manhattan. Alarmado, Bill entra en una cafetería para protegerse. Allí lee en un periódico que la conocida modelo Amanda Curran ha sido internada en un hospital. De algún modo Bill sospecha que Amanda podría ser la mujer que lo redimió la noche anterior. Bill va al hospital, donde le informan que Amanda murió por sobredosis poco después del mediodía. Bill emplea sus credenciales médicas para entrar a la morgue. Cuando ve el cadáver de Amanda se conmueve en un modo extraño. Bill es citado por Ziegler, quien confiesa que es uno de los hombres enmascarados de la orgía que lo reconoció. Ziegler confirma que Amanda es la misteriosa mujer que lo redimió en la orgía y la mujer a la que Bill atendió el día de la fiesta. Sin embargo, Ziegler afirma que la redención de Amanda fue «falsa, un montaje, un teatro, una farsa para asustarlo, para que guardase silencio». Ziegler asegura que Amanda fue devuelta a su casa sana y salva y que sufrió una sobredosis por accidente. Además Ziegler le confirma haber sabido de su amistad con Nick quien lo llevó a Somerton y cuya cuenta en el hotel había sido pagada además de hacerlo volver a Seattle.

Cuando regresa a su piso, Bill encuentra a Alice dormida y junto a ella la máscara perdida que había usado en la orgía. Bill se derrumba emocionalmente. Alice se despierta y Bill, llorando, le confiesa todo. A la mañana siguiente, mientras hace las compras de Navidad en compañía de su hija, Bill le pregunta a Alice qué deberían hacer. Alice contesta que deberían estar agradecidos de haber sobrevivido a sus aventuras, reales o imaginarias; «una noche no es toda la vida», afirma Alice. «Y un sueño no es solo un sueño», responde Bill. Alice, mostrando que ha perdonado la escapada de Bill, responde que deberían tener relaciones sexuales tan pronto como les fuese posible. La última frase del último guion de Kubrick es “fuck”.

Creo que urge ver, o volver a ver, esta gran película. Y seguimos comentando.

 

 

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