CON LOS OJOS AMPLIAMENTE CERRADOS. Segunda parte

Vuelvo al comienzo. Según Christiane Harlan, su marido no dejó de sonreírle hasta el día de su muerte. Esta fidelidad, entiendo yo, es lo que Kubrick quiso poner en valor en su última película.

Es fama que discutió y se enfadó con el coguionista, Frederic Raphael, y supongo que, testarudo como era, el director ganó la batalla.

Si atendemos a la película, Alice es una mujer fiel y se defiende bien del moscón que la acosa en la fiesta. Por su parte, interroga a su marido por las mosconas que se lo llevan en la misma fiesta; por las hermosas pacientes a las que tiene ocasión de ver y tocar. Bill oculta el servicio que prestó al anfitrión y se defiende pretextando que es un profesional. Pero hay un momento crítico en el que Alice abre, por así decir, la caja de Pandora: confiesa su fantasía sexual con un oficial de marina y aquí comienza el desafuero del doctor. Por razones diversas, su desquite, tan masculino, no llega a consumarse y, además, se ve inmerso en una situación donde seres que pertenecen a otro universo, económico y moral, mejor inmoral, prescinden sin pestañear de quien les molesta.

En unas delirantes jornadas, el doctor Harford conocerá la prostitución, la corrupción de una menor por su padre, la orgía más depravada que el dinero puede organizar, la violencia y la muerte. Saldrá de todas sus pretensiones de infidelidad inocente de hecho pero no de intención. Mientras, su mujer sigue poniéndole al corriente de sus ensoñaciones, sincera y desesperante a la vez.

Al final, cuando el marido ve a su mujer dormida junto a la máscara de su peligrosa aventura, confiesa. Y Alice, al día siguiente, le sugiere lo que pueden hacer…

Entiendo que Kubrick, tal vez basado en su bendita experiencia personal, nos quiere decir que está muy bien fantasear pero que lo mejor, lo mejor de todo, es tener aventuras con la propia esposa y conseguir dentro de casa todo lo que se puede conseguir dentro de casa, que es mucho. ¿Quién no ha soñado con la que ahora es su mujer? ¿Quién no ha experimentado novedades con su pareja? ¿Quién no ha practicado juegos eróticos dentro del matrimonio?

Seguramente habrá quien piense que lo “prohibido” tiene más gracia y que ser “malo” es lo que produce placer. Stanley diría que no, que nada produce más placer que hacer todo, de todo, con la persona amada. Los que lo hacen, saben que tengo razón. A los demás, les aconsejo probar. No se pierde nada. Digo.

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